terça-feira, 3 de fevereiro de 2009





De tudo, ao meu amor serei atento
Antes, e com tal zelo, e sempre, e tanto
Que mesmo em face do maior encanto
Dele se encante mais meu pensamento
Quero vivê-lo em cada vão momento
E em seu louvor hei de espalhar meu canto
E rir meu riso e derramar meu pranto
Ao seu pesar ou seu contentamento
E assim quando mais tarde me procure
Quem sabe a morte, angústia de quem vive
Quem sabe a solidão, fim de quem ama
Eu possa lhe dizer do amor (que tive):
Que não seja imortal, posto que é chama
Mas que seja infinito enquanto dure (para sempre).

Um comentário:

  1. Teu post desta vez me lembrou a famosa Canção 20 de Pablo Neruda, do livro "20 poemas de amor y una canción desesperada"... Claro que com certeza a conheces, mas vou colocá-la em espanhol aqui, com sua permissão:

    Poema 20

    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
    Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
    y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
    El viento de la noche gira en el cielo y canta.
    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
    Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
    En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
    La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
    Ella me quiso, a veces yo también la quería.
    Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
    Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
    Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
    Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
    Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
    La noche está estrellada y ella no está conmigo.
    Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
    Mi alma no se contenta con haberla perdido.
    Como para acercarla mi mirada la busca.
    Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
    La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
    Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
    Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
    Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
    De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
    Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
    Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
    Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
    Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
    mi alma no se contenta con haberla perdido.
    Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
    y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

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